Soy ser humano de sexo femenino. Soy mis virtudes y mis
limitaciones; soy mis sueños y mis ilusiones; soy mis éxitos y mis fracasos.
Soy, existo, estoy.
Una mujer de hermosa humanidad; sé quién soy y quien deseo ser, sin juzgarme, sin criticarme, ni mucho menos etiquetarme, viviendo la maravillosa, continua y cíclica experiencia de amar…
Con el transcurrir de los años, he aprendido y experimentado en carne propia que sólo existe el presente y éste está anidado en mi interior. Asimismo, comprendo que la felicidad y el amor son una decisión personal, una elección que hago en cada instante. Cada día despierto, convencida en que estoy en evolución, sabiendo que quienes están a mí alrededor también evolucionan junto conmigo..
Otra de mis experiencias ha sido conocer mis emociones; reconocer mis miedos, mis alegrías, mis tristezas, mis motivaciones y mis decepciones. Esto me ayuda a entenderlas y aceptarlas. La vida es un constante ir y venir de ideas, principios, creencias. Soy flexible. Hay ideas que me sirvieron en el pasado y ahora no se parecen a la Evelyn que soy hoy o, simplemente caducaron.
Hay una idea en especial que no abandono: soy optimista. Cada cosa que ocurre es una oportunidad de experimentar la vida, por ende, una forma de seguir feliz. De modo que cada mañana, al levantarme, inicio el día con una buena ducha, dando gracias por el nuevo día y me visto con mi mejor traje: mi sonrisa.
Soy como un libro en espera de ser seleccionado entre muchos; sus páginas iniciales reseñan como me he formado, para llevar al lector a lo mejor de mí misma, en el desarrollo del argumento vital, disfrutando con lo aprendido, "experienciando" quien soy; segura que cada día es una maravillosa oportunidad para seguir viviendo en libertad de pensamiento, palabra y obra...
He tenido diferentes tipos de pérdidas. Amigos que se alejan porque cambian de ciudad, porque se termina la relación, porque la vida continúa y los caminos se separan. Familiares que mueren. Amores que se desvanecen.
La experiencia de las pérdidas son desgarradoras, comienzan con un dolor físico en el centro del pecho, que oprime, no deja respirar; en ese terrible momento de asumir que ya no estará más, de soledad, de abandono, solo soy capaz de llorar. Las lágrimas se acumulan, se contienen; no surgen de mis ojos, no; suben a ellos desde mi corazón roto, herido, maltratado. Me ovillo en un rincón de mi cama, único lugar completamente mío, sintiendo, respirando, llorando toda la tristeza, la ira, el desamparo. Y no estoy sola, la Divinidad en mi mente, mis conocimientos y mis experiencias me invita a buscar las respuestas dentro de mí; me dice que esto pasará, que lo analizaré, clasificaré y le daré el lugar que le corresponde en ese lugar donde guardo la esencia de quien en realidad Soy. Vivo la experiencia. A veces me rebelo: "¡Déjame llorar, déjame patalear y sentir!", digo esperando que alguien o algo venga a consolarme. Mi naturaleza optimista, entrenada para vivir en felicidad, vence, me hace sentir que ya pasó la tormenta y algo bueno, mejor, vendrá. Porque ese alguien o cosa que se fue, se perdió, o murió, deja tras de sí una estela de aprendizajes, de conocimientos, que me prepara para lo que me corresponde y merezco.
"El amor es la fuerza que mueve al mundo", sonrío, esta es una frase común, trillada por la verdad que encierra, empezando por aceptar que sin amor no habría vida. Uhmmm… Hay tantas formas de amar. Si de amor romántico, de pareja, quiero hablar, veo pequeños corazones rojos titilar, florecitas flotar y campanitas sonar ¿quién no ha soñado con el amor perfecto? @@@@@ (suspiros).
En este ahora que escribo este ensayo no hay un amor romántico en mi vida. Hace muchos años que ese tipo de amor no toca mi corazón, mi mente ni mi alma, hecho que no impide que lo celebre cada instante cuando lo percibo en otras personas, cuando lo canta alguna canción, cuando lo vivo a través de mis hermanos y mis padres. El amor está en el aire (otra frase gastada) y lo disfruto en cualquiera de sus formas como se me manifieste.
Una mujer de hermosa humanidad; sé quién soy y quien deseo ser, sin juzgarme, sin criticarme, ni mucho menos etiquetarme, viviendo la maravillosa, continua y cíclica experiencia de amar…
Con el transcurrir de los años, he aprendido y experimentado en carne propia que sólo existe el presente y éste está anidado en mi interior. Asimismo, comprendo que la felicidad y el amor son una decisión personal, una elección que hago en cada instante. Cada día despierto, convencida en que estoy en evolución, sabiendo que quienes están a mí alrededor también evolucionan junto conmigo..
Otra de mis experiencias ha sido conocer mis emociones; reconocer mis miedos, mis alegrías, mis tristezas, mis motivaciones y mis decepciones. Esto me ayuda a entenderlas y aceptarlas. La vida es un constante ir y venir de ideas, principios, creencias. Soy flexible. Hay ideas que me sirvieron en el pasado y ahora no se parecen a la Evelyn que soy hoy o, simplemente caducaron.
Hay una idea en especial que no abandono: soy optimista. Cada cosa que ocurre es una oportunidad de experimentar la vida, por ende, una forma de seguir feliz. De modo que cada mañana, al levantarme, inicio el día con una buena ducha, dando gracias por el nuevo día y me visto con mi mejor traje: mi sonrisa.
Soy como un libro en espera de ser seleccionado entre muchos; sus páginas iniciales reseñan como me he formado, para llevar al lector a lo mejor de mí misma, en el desarrollo del argumento vital, disfrutando con lo aprendido, "experienciando" quien soy; segura que cada día es una maravillosa oportunidad para seguir viviendo en libertad de pensamiento, palabra y obra...
He tenido diferentes tipos de pérdidas. Amigos que se alejan porque cambian de ciudad, porque se termina la relación, porque la vida continúa y los caminos se separan. Familiares que mueren. Amores que se desvanecen.
La experiencia de las pérdidas son desgarradoras, comienzan con un dolor físico en el centro del pecho, que oprime, no deja respirar; en ese terrible momento de asumir que ya no estará más, de soledad, de abandono, solo soy capaz de llorar. Las lágrimas se acumulan, se contienen; no surgen de mis ojos, no; suben a ellos desde mi corazón roto, herido, maltratado. Me ovillo en un rincón de mi cama, único lugar completamente mío, sintiendo, respirando, llorando toda la tristeza, la ira, el desamparo. Y no estoy sola, la Divinidad en mi mente, mis conocimientos y mis experiencias me invita a buscar las respuestas dentro de mí; me dice que esto pasará, que lo analizaré, clasificaré y le daré el lugar que le corresponde en ese lugar donde guardo la esencia de quien en realidad Soy. Vivo la experiencia. A veces me rebelo: "¡Déjame llorar, déjame patalear y sentir!", digo esperando que alguien o algo venga a consolarme. Mi naturaleza optimista, entrenada para vivir en felicidad, vence, me hace sentir que ya pasó la tormenta y algo bueno, mejor, vendrá. Porque ese alguien o cosa que se fue, se perdió, o murió, deja tras de sí una estela de aprendizajes, de conocimientos, que me prepara para lo que me corresponde y merezco.
"El amor es la fuerza que mueve al mundo", sonrío, esta es una frase común, trillada por la verdad que encierra, empezando por aceptar que sin amor no habría vida. Uhmmm… Hay tantas formas de amar. Si de amor romántico, de pareja, quiero hablar, veo pequeños corazones rojos titilar, florecitas flotar y campanitas sonar ¿quién no ha soñado con el amor perfecto? @@@@@ (suspiros).
En este ahora que escribo este ensayo no hay un amor romántico en mi vida. Hace muchos años que ese tipo de amor no toca mi corazón, mi mente ni mi alma, hecho que no impide que lo celebre cada instante cuando lo percibo en otras personas, cuando lo canta alguna canción, cuando lo vivo a través de mis hermanos y mis padres. El amor está en el aire (otra frase gastada) y lo disfruto en cualquiera de sus formas como se me manifieste.
Uno de mis pensamientos recurrentes es aceptar y comprender
que cuando no haya más que conocimiento para experienciar, ese será el día de
mi muerte, por ello no temo.
Entonces si me preguntan "¿Qué harías si el mundo se acaba?"
Respondo rápidamente: Nada.
No haría nada especial, porque lo hago cada día; vivo, sueño y amo en el
momento presente. El hoy es el día más hermoso y doy gracias infinitas a Dios
porque puedo verlo, disfrutarlo, vivirlo y, por supuesto, ¡sentirlo!!! Entonces si me preguntan "¿Qué harías si el mundo se acaba?"
Soy feliz, siento que estoy en el camino del Ser... Amo y vivo rodeada de libros, de mis seres significativos, mis padres, mis hermanos, mis sobrinos, mis amigos; me divierto estudiando y compartiendo conocimientos, experiencias; vivo en felicidad... Sí, me gusta ser quien soy; me gusta lo que he vivido, mis errores y mis aciertos. Y me gusta estar en proyectos creativos, interesantes; conocer gente, intercambiar, … Compartir.
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@2ª versión
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