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viernes, 8 de agosto de 2014

GOMBRICH, Ernst. “Las humanidades en pie de guerra: la Universidad en crisis”

De acuerdo al discurso pronunciado por Gombrich en la Conferencia de Educación del Norte de Inglaterra, Chester, en enero de 1985, el propósito de todo profesor universitario, llamado por él: lector, es la de promover con investigación y, de acuerdo a las universidades venezolanas, con docencia y extensión “el avance de su especialidad”.  Apunta, además, que las humanidades han estado amenazadas con desaparecer de los programas universitarios desde hace más de tres décadas. Sobre todo por esa concepción de muchos científicos que señalan la importancia de las tecnologías frente a las artes y el pensamiento humanista.
Entonces Gombrich aboga por la promoción de la educación superior  fundamentada en la  transmisión del conocimiento, de profesor a estudiante. Y ese conocimiento deberá estar acompañado de actitudes para la investigación; entendiendo que no es solo escuchar y asumir como propio lo que los profesores trasmiten, sino que tiene que existir una actitud crítica, de discusión, poner en tela de juicio lo que el profesor dice y enseña, para confrontarlo y asumirlo. A esto hay que sumar que tanto docentes como aprendices, tendrán la oportunidad de escribir y compartir los avances de sus investigaciones, publicar libros, dar conferencias, hacer reseñas, participar en debates públicos, mas que como un acto de promoción, como una oportunidad de compartir lo que se está haciendo, los hallazgos, para integrarlos y aplicarlos con otros colegas de la misma área o de especialidades afines y relacionadas.
Sin embargo eso puede verse como una utopía, pues la realidad de la educación superior, sigue siendo en la actualidad, una educación con base en la rutina, en las clases donde el profesor habla y el estudiante copia apuntes, donde la investigación es escasa y, por lo general, solo se da al final de la carrera con los trabajo de grado. Qué, dicho sea, se circunscriben a investigaciones sin rigurosidad en el método y casi siempre presentadas solo para cumplir con el requisito de grado.
Es muy escasa la promoción de la actitud hacia la creación, hacia la discusión de nuevas ideas. Esto se observa fácilmente con el lugar que se le ha dado a las bibliotecas y que cada vez persiste más. Gombrich dice que “…las humanidades no pueden cumplir su función sin la herramienta más importante, las bibliotecas,…”. Ciertamente, cuando se habla de recortar presupuesto a las universidades, desde tiempos inmemorables, la primera que sufre el recorte son las bibliotecas. Y presenta una maravillosa metáfora:
Una biblioteca que sus colecciones no están completas o en la que se descuidan las nuevas publicaciones es como un concierto importante en el que faltan teclas o cuerdas.
Ahora bien, en cuanto a los planes de estudio, Gombrich plantea varias propuestas. La primera propuesta está enfocada en que hay que enseñar “hechos y dudas”. Se entiende por los hechos aquello que enseñan los libros. Mientras por  dudas se refiere al trabajo intelectual de comprender, asimilar, indagar, interpretar, aplicar e integrar el conocimiento, ese trabajo intelectual que va más allá de memorizar y tiene más relación con la comprensión, con el proceso de análisis y síntesis. Pero para llegar a ello, los profesores también habrán tenido que diferenciar entre los hechos y las dudas.  
Otro aspecto que menciona Gombrich en su conferencia de hace casi treinta años, que está muy vigente en esta segunda década del siglo XXI, es el papel que cumplen las comunicaciones, en especial la internet, con todas sus redes sociales y la rapidez e inmediatez en la trasmisión de la información. Para su momento advertía que los medios de comunicación servían para que circulasen “insensateces y cosas peores”; con todo, también reconocía su valor para trasmitir los avances de las investigaciones. Hoy día esto es una maravillosa realidad. Cualquier investigador en cualquier parte del mundo con acceso a internet, puede tener información inmediata de qué se está haciendo en su área y quien está trabajando en ello.
Avanzando en la conferencia, hay otro tema que se podría de calificar de álgido: lo referente al sistema de tutorías y que está ligado al aspecto de la brecha entre pregrado y postgrado. Para Gombrich, el sistema de tutorías podría significar una mayor cercanía entre los profesores y los estudiantes; esto podría garantizar que unos y otros se involucraran más, formando un equipo que facilite la investigación. Él vislumbraba que eso que podría significar un gasto mayor para la universidad, comprendiendo que el sistema de tutorías implica menos estudiantes por docente, al final serviría de un empuje a la investigación. De hecho, hace una analogía entre los requisitos de ingreso y la primera etapa en la universidad, con los ritos de iniciación de algunas culturas.
No tengo razones para dudar de que los ritos de pubertad cumplan una función en la vida de las sociedades tribales, y sé que lo mismo puede valer para nuestros hermosos campos juveniles. Junto al sistema de tutorías, que consiste en una estrecha relación entre profesor y alumno, nada es más importante, al fin y al cabo, que el contacto con nuestros iguales.
Por otra parte, identifica el proceso de evaluación como una “ordalía” (conocida como la prueba ritual usada para averiguar la culpabilidad o inocencia de una persona acusada). Esto lleva a recordar que en la mayoría de las universidades públicas venezolanas el sistema de evaluación sigue siendo el de los exámenes finales, en contraposición a las universidades, institutos y colegios universitarios, sobre todo privados, donde la evaluación es continua.  Entonces afirma que una forma de hacer avanzar las especialidades es con las evaluaciones- Los exámenes finales muestran donde se encuentra el candidato. Aquí usa otro magnífico símil:
Sospecho que se puede obtener un sobresaliente en historia del arte sin haber visto nunca una pintura china ni un templo griego.
Por otra parte, Gombrich dice que el estudiante haría bien en dedicar tiempo en aprender nuevos idiomas. Además de fortalecer destrezas orales y escritas de la lengua materna, deberá adquirir herramientas técnicas de otros idiomas y de las lenguas clásicas. Esto le facilitará la interpretación y comprensión de las obras de la literatura universal, así como conocer el vocabulario de otras culturas, como una puerta a sus modos de pensar, sus ideas y contrastar los hábitos mentales propios y de los otros. Se podría asegurar que con aprender nuevos idiomas, el estudiante tiene una mayor disposición a desarrollar competencias para la lectura y la redacción de textos.
Casi al final de su discurso, Gombrich propone los dos primeros años en la universidad los estudiantes tendrían “…un período de trabajo muy intenso, y los estudiantes deberían dedicar a él todo su tiempo.” El tiempo libre es  para leer libros o asistir a conferencias, cursos, conversatorios que le sirviesen para decidir qué temas quisieran estudiar si decidiesen graduarse.
En conclusión, las universidades están en crisis y seguirán en crisis, mientras no se haga una revisión de su verdadero propósito: una institución para la creación y aplicación de conocimientos, donde las humanidades siguen siendo una disciplina que juego un importante rol en la enseñanza y el aprendizaje, como asuntos muy personales que no pueden ser gobernados por una equiparación burocrática.

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(C) Maracay, 2014

viernes, 12 de octubre de 2012

Club de Lectura

"Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos." "El mundo es igual a la suma de conocimientos que tenemos de él." Michel Thomas. Poeta, novelista y ensayista francés.



Leer para mí, es un verdadero placer. Es una emoción por descubrir, aprender, de explorar; comprender que hay muchas cosas más allá de las que me rodean. Al leer puedo conocer de otras culturas; puedo “mirar” mis creencias, compararlas, estudiarlas. Con la lectura se abre un mundo maravilloso de realidad y fantasía que, en algunos casos, solo con los libros podré vivir. Me han ocurrido experiencias divinas con mis libros. He aprendido para ayudarme a mí misma, y a los demás. He conocido lugares reales e imaginarios que me han hecho asustarme o sentir inmenso placer. He preparado fabulosos platos para brindar a mi familia y amigos… ufff… realmente leer es un placer de innumerables satisfacciones.
Cada vez que descubro un nuevo libro, o un texto, mi sentido gregario de la vida me lleva a pensar a quién puede servir ese texto, o con quién podría compartirlo para discutirlo y deleitarnos con el conocimiento. Este deseo de compartir, me llevó a buscar información sobre los clubes de lectura.
Fue así como comencé a entusiasmar a algunas personas para que nos uniéramos en esta actividad. Muchos estaban así como asombrados, quizás porque la idea era “novedosa”, otros se pudieron sentir comprometidos y no sabían que responder… jajajajaja… recuerdo el rostro de algunas personas; me miraban como diciendo qué le pasa, eso es muy aburrido, o eso es para intelectuales, para bohemios y hippies… jajajajaja… En fin se dio la oportunidad, pude reunir a varias personas que también les gusta la lectura y formé mi primer Club de Lectura en la Casa Italia.
Un club de lectura es la oportunidad de leer y compartir con otras personas tus impresiones sobre el libro: argumento, personajes, época histórica, qué gustó y qué no… Es conocer en qué coincidimos y en que tenemos diferencias sobre un mismo texto.
A partir del Club de Lectura de la Casa de Italia, surgieron otros clubes: el de la universidad donde trabajo, el de los amigos, el club de lecturas de temas de psicología, hasta uno virtual denominado: El Placer de Leer, en Facebook… Ha sido una experiencia enriquecedora, al mismo tiempo que desmotivadora… Pues, una de las condiciones al formar un club de lectura es el compromiso a estar en el club.
Ciertamente la obligación es moral, es comprometerse a asistir a las reuniones de discusión, aun cuando no se haya terminado de leer el libro, porque hasta eso es una experiencia a comentar y discutir ¿qué no gustó del libro? ¿Qué esperabas y no encontraste? ¿Qué hizo que no te engancharas en la lectura? Y así una serie de interrogantes que se pueden compartir.
De los clubes formados, solo queda activo el de la Casa Italia. Somos un grupo de doce personas, que el último jueves de cada mes nos reunimos y conversamos sobre el libro que hemos leído… Ya tenemos un haber de más de 20 títulos, entre ellos:
La novena revelación, de James Redfield
Crepúsculo, de Stephenie Meyer
Historia del loco, de John Katzenbach
El poder del pensamiento flexible, de Walter Riso
Dios vuelve en una Harley, de Joan Brady
La huésped, de Stephenie Meyer
Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson
Retrato en sepia, de Isabel Allende
Un mundo sin fin, de Ken Follett
Yo, de Ricky Martin
Sangre en el diván, de Ybeyice Pacheco
Amor, divina locura, de Walter Riso
Mira si yo te querré, de Luis Leante
Agua para elefantes, de Sara Gruen
Los cuatro acuerdos, de Miguel Ruiz
Sidharta, de Hermann Hesse
El tiempo entre costuras, de María Dueñas
El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa
El imperio eres tú, de Javier Moro
Comprometida, de Elizabeth Gilbert
El país de la nube blanca de Sarah Lark
La reina sin nombre, de María Gudin
La ladrona de libros, de Markus Zusak
Los regalos de Eykis, de Wayne Dyer

Los títulos son variados, sobresalen las novelas. Y cada uno de ellos ha sido una discusión divertida, entretenida, enriquecedora; son discusiones que nos llenan de satisfacción. Ahora, hemos entrado al mundo de las nuevas tecnologías. Leemos libros digitales que conseguimos en Internet y casi todos hemos adquiridos un Kindle.
¿Cómo escogemos qué leer? Pues hay una sola condición especial: que el título recomendado se encuentre en el mercado y sea fácil de conseguir. Al terminar la discusión del libro del mes, cada miembro escribe el título y el autor de su propuesta, ponemos todos los papelitos en una cesta y hacemos el sorteo. La persona que haya propuesto el libro que se ha seleccionado, hará un resumen del mismo, para discutir a partir de ese texto. Otra cosa, algunas personas dicen que no pueden participar porque no tienen tiempo de leer. Ese también es una de los propósitos de estar en un club. Ello nos “obliga” a leer, por lo del compromiso. Y descubrimos que si nos lo proponemos en un mes podemos leer. Buscamos los espacios para hacerlo. Tomando en cuenta los meses de vacaciones, por lo general podemos leernos más de ocho títulos al año. ¿Cuántas personas pueden afirmar que se leen más de dos libros al año? Y ¿conocen las ventajas de la lectura? Solo nombraré cuatro: (1) Amplia el vocabulario; (2) Mejora la redacción; (3) Incrementa la imaginación, y (4) Aleja el Alzheimer.
Pueden apreciar que leemos de todo. No hay discriminación de título, de autores, de estilos, ni de temáticas. Esa es la idea de participar en esta actividad, poder leer aquello que nos gusta y esos títulos que jamás escogeríamos en una librería. Otra cosa, estar en un club de lectura también nos "obliga" a leer sobre materias que jamás escogeríamos por nosotros mismos.
Así pues, si quieren comenzar por hacerse el hábito de leer y disfrutar de la lectura, pueden contactarme… y hasta podríamos reactivar el club virtual por Facebook. Yo estoy aquí. Leer es una necesidad para mí, así que solo tienes que contactarme y comenzamos a compartir El Placer de Leer…

domingo, 20 de marzo de 2011

El placer de leer, o, Un libro, comienza la aventura

Esto lo escribí en el 2006, conversando con una de mis sobrinas sobre mi placer por la lectura...


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- Tía ¿por qué te gusta leer? - No lo sé Tita. Es una emoción grande abrir un libro… hojearlo para saber de qué trata. - Pero esas son muchas letras. A mí me da sueño. - Loquita Otra vez me encuentro en una de esas hermosas ocasiones en que una de mis sobrinas tiene ganas de conversar. Así que aprovecho para acercarme y disfrutar de su alegría de niña, de sus ojazos verdes pendiente de cada palabra. Es un reto para mí. Buscar la forma de mantener su atención, de poder transmitirle un poco de mis gustos, antes de aburrirla y hacerla huir a jugar. - Hay una librería que tiene este slogan: “Leer es descubrir nuevos mundos” Y es cierto. Cuando abrimos un libro podemos encontrar tantas cosas, aprender sobre cualquier tema. Un libro es una aventura; puedo hacernos reír y llorar. - Tú siempre estás comprando nuevos libros. - Así es. Reconozco que es como un vicio. A veces los compro por el título, otros por el autor. Pero generalmente, es una sensación de que el libro me dice “Léeme”. Me encanta saber que al terminar un libro, tendré otro a la mano para leer. Hay libros que los leo inmediatamente que los compro. Otros no. Esos son los que se quedan en la mesita de noche o en la biblioteca esperando el momento en que ambos estemos listos para conocernos. Es como si llegara a un acuerdo tácito con los libros: Yo te compro, pero te leeré en el momento que corresponda. - ¡Con razón hay tantos libros por todos lados!!! - Los libros son algo muy especial. ¿Sabes lo que es un ritual? - Buhhh… Creo que tiene que ver con hacer las cosas siempre de una misma forma. - Si. Hacer las cosas de la misma forma para no romper la magia, con un respeto especial a esa rutina. Eso siento cuando compro un libro. Es maravilloso el momento de llegar a casa y sacarlos de la bolsa. Vuelvo a leer la contracubierta, reviso los aspectos técnicos, y escribo mi nombre, la fecha y el precio. Mis ojos empiezan a acariciar la cubierta, sigo con la información de las solapas. Reviso el copywriter, si es una primera edición o son varias, las reimpresiones… dónde se hizo el depósito legal. Todo esto es como el entremés, el aperitivo antes del plato principal… Hojeo las últimas páginas, ¡pero sin leerlas!!! No me gusta adelantarme. Entonces paso a leer el prólogo. A veces son buenos, hablan del autor y de sus posibles motivaciones al escribir el libro. Otras veces el prólogo es tan pesado y aburrido que si no fuese por hábito, lo dejaría. Pero es una costumbre, me obligo a terminar de leerlo, porque sé que después vendrá el plato principal… Oye Tita, ¿qué te parece si buscamos un libro e iniciamos el ritual? - Dale, yo quiero ver cómo es eso que tu llamas tu ritual. Pero si me aburre lo dejo. - Ok. Trato hecho.


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Maracay, Julio 21, 2006